Un golpe, dos golpes, tres golpes…
”Mi mente en blanco se evadía, y mi cuerpo se dejaba llevar por la ira, el miedo, el odio… La rabia”.
… El tumbado en el suelo, y yo… Encima de él.
Mis ojos observaban que aunque con los nudillos rotos y ensangrentados por los golpes y ahogados por las lágrimas de mis ojos, le seguía golpeando, ¿por qué?... ¿no puedo parar? …
¡Ayudarme!
Su sangre salpicaba mi cara… Y yo con sonrisa endemoniada, no podía para de reírme…
”El inconsciente no se movía”. Tampoco se defendida. Tampoco vivía. Él estaba muerto.
¡Yo… Lo mate!
Y lo peor de todo, ¿sabéis que fue? … Convertirme en lo que más temía, el… Un asesino.
Horas más tarde, me entregue en la comisaria. Confesé que mate al propio asesino que una vez fue mi hermano…
… Que la rabia y el rencor me cegaron… Y que el odio con el miedo me hipnotizaron tanto, que me llegue a creer que me podía tomar la justicia por mi mano…
“Llegue a pensar que matar al propio asesino que un día fue mi hermano, sería motivo suficiente. Y que unido a que mato a su propia hermana, sería un motivo claro para vengarme…”
…Entonces lo peor de todo fue lo que vino a continuación… “Me di cuenta, de que me había equivocado”…
¡Lo siento, adiós…!