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10 de noviembre de 2013

Tempus tererent

Labios amargos, sabor a soledad.
Destellos de ojos difuminados en el olvido.
Pasión extinta.
Un fugaz te quiero; olvidadizo y lejano ya.

Palabras entrelazadas con destellos punteados de amor,
caen corredizas como lágrimas en ojos secos.

Sentimientos fugaces vuelven a mi cabeza
como si fueran un eclipse derrotado;
martillean y retumban las risas sarcásticas
en esta vida tan dura y tenaz.

Y acurrucado en un plato de ducha,
mientras la luz del pasillo parpadea,
giro el grifo y lo desplazo con lentitud.
Voy inundando con mis lagrimas el agua fría y afilada
que se clavan en mis hombros,
desnudos de alma y corazón,
y que intenta recordar, por fin el tiempo, vivido atrás.

El tiempo vivido es tiempo.
El tiempo expirado es  marchito.
Y el tiempo deseado es aquel del que nos arrepentimos alguna vez de no utilizarlo, o aquel que al anhelamos. 

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